2010
06.13

Sentirte especial es algo que nos da felicidad. Me pasa vez en cuando en el río. Estoy flotando en medio del agua, puede ser el valle más abierto, o el cañón más oscuro y sin pensar en ello, me invade una sensación privada, sin que los que están a mi alrededor se den cuenta.
Posiblemente de forma inconsciente esto es una de las cosas que hace que el río me guste tanto y me tenga enganchado.

Remando se llega a muchos sitios preciosos a los que no se puede llegar de otra forma. Cuanto más difícil o remoto es el lugar, más reporta estar allí, bueno, como cualquier otra cosa en la vida, cuanto más difícil o más cuesta algo, más reporta.

Cuando estás en medio de un río bajando estás en total contacto con la naturaleza, en su medio más cambiante de forma. Olvidas la sensación de flotar para buscar tu camino entre corrientes y rocas. En ocasiones, en un río de esos difícil, al límite de tus posibilidades, llegas a un lugar donde el río se ha estrechado multiplicando su fuerza, el desnivel da aún más velocidad al agua y las paredes le comprimen haciéndole inmensamente potente, quizá hostil. Meter la pala en el agua es como agarrarse a un camión en marcha que no tiene intención de parar. Son momentos en los que instintivamente pones toda tu concentración para hacerlo bien y no fallar.
El río además crea un ruido especial, no te deja oír nada, parece que borra todo lo que no hay ahí en ese momento. Te deja solo con él, parece no existir otra cosa. Todo esto a menudo te hace sentir insignificante, te miniaturiza con su fuerza, involuntariamente te devuelve un poco de la humildad que el consumismo y la tecnología nos han robado.

Más tarde, cuando llegas a ese puente o esa pradera donde sales, miras atrás en tus pensamientos, las imágenes fijadas con la fuerza del agua, con su ruido. Te das cuenta de que el río ha terminado, de que lo has superado, quizá un poco de sensación de supervivencia, de éxito. Una pequeña sensación de grandeza, si eso es posible. Te sientes fuerte, contento, pero a la vez sin olvidar la insignificancia que antes has sentido.

Bajando por el río Aoos el último día tuve esta sensación “sentirme especial”. No me apeteció sacar la cámara hacer una foto o grabar. No me apeteció hablar, no me hizo falta, es un recuerdo para mí. Pero hoy me ha apetecido describirlo, escribirlo.

He remado 4 días en Grecia, tenía muchas ganas de remar en las montañas griegas, ya que Grecia está plagado de montañas increíbles(el divino monte Olimpo tiene casi 3.000 metros). He hecho unos ríos que no han sido difíciles, pero han sido muy bonitos y divertidos. He montado un video muy corto para no aburrir a los que no sois piragüeros, son poco más de dos minutos. Aquí lo tenéis.

Si descarga despacio, pinchad en el icono de HD.

Me pregunto por qué hoy me he puesto a filosofar sobre el río, quizá porque estoy en Grecia y de tanto leer sobre su pasado filósofo he sido engullido por la idea de “querer saber” y que herido explicarme a mi mismo un poco de porqué me gustan los ríos.

Como estaba solo busqué una empresa con la que bajar, y estuve bajando los ríos con Spyros, que tiene la empresa Brain Waves, estuvo genial porque fue como remar con mis amigos y a veces estar en el río con gente que no conoces mucho no es cómodo del todo.

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Así es la filosofía, pensamientos desnudos como este tronco que antes fue un arbol elegante y que ahora el río ha desnudado.

Pronto os hablo del resto de Grecia, ya que estoy en Estambul. He hablado antes de los ríos porque Grecia es difícil. Aún no he decidido si hablar de su pasado clásico, su presente en crisis, su intrigante iglesia Ortodoxa que vimos en Meteora, su norte desconocido o su pasado otomano.

Decido en un par de días y os lo cuento.

Fernando

5 comments so far

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  1. Amazing video Fernado!!!

  2. Probablemente de los videos más chulos que he visto de piragua, tenía aspecto de ser un río superdivertido, realmente me ha dado envidia.

  3. its amazing

  4. […] Related posts:Greek water. […]