Hoy Silvia ha soñado que estábamos en Madrid, en un bar por la noche con algunos de nuestros amigos. Toda la descripción es una imagen difusa de lo que ha soñado. Lo que si tiene claro es que llevábamos las mochilas puestas. Vestíamos algo más elegantes en el viaje, ella supongo, que maquillada y los dos con nuestras mochilas con toda la normalidad del mundo.
El sueño me hace gracia, sobre todo porque tengo cierta obsesión paranoica con la mochila pequeña, la llevo todo el día, es una extensión de mí. Tiene parte del dinero, mis tarjetas, mi preciado pasaporte, la cámara y el portátil. Desayuno, como y ceno con ella a mi lado. Su azul eléctrico está siempre a la vista, aunque ya parezca más un gris azulado. Si salgo sin ella a hacer algo tengo la sensación de que no la tengo porque la he perdido y me da un escalofrío helador que me recorre todo el cuerpo, por eso me hace gracia el sueño de Silvia
Nadie me ha sabido explicar exactamente lo que pasó en junio en los conflictos. ¿cómo empezó todo?. “Tensiones étnicas”. Pero ¿quien empezó? ¿Por qué esta vez? Un periodista australiano que he conocido ha estado por el país escribiendo un artículo pero tampoco lo tiene muy claro. Ahora parece que todo está más estable, las elecciones han sido pacíficas y no hay más enfrentamientos. Se han ido muchos uzbecos (la minoría agua) pero sigue habiendo algo de tensión. Eso si, para el turista sigue siendo un lugar increíblemente agradable con gente encantadora.
Uno de los chicos que trabaja en el albergue ha estado un año en Corea (van muchos a buscar trabajo allí) dice que ahora todo es distinto que los uzbecos solo piensan en matar kirguizos y los estos en matar uzbecos. Que pena. En la calle yo veo menos tensión que eso y más normalidad, pero tampoco puedo hablar con mucha gente.La importancia de Osh era la localización, como con otros puntos fuertes de la ruta de a seda. A Osh llegaban casi todas las caravanas que venían desde Kashgar, China ya que Kashgar-Osh suponía uno de los mejores pasos montañosos entre china y el oeste. Desde aquí había dos posibilidades: seguir hacia el noroeste hacia Uzbekistán o ir hacia el sur para ir hacia el sur pasando por Tayikistán para luego, también seguir hacia el este. Más tarde estas dos rutas podían juntarse en Samarcanda o seguir al oeste mas al sur por Irán.
El sueño me hace gracia, sobre todo porque tengo cierta obsesión paranoica con la mochila pequeña. La llevo todo el día, es una extensión de mí. Tiene parte del dinero, mis tarjetas, mi preciado pasaporte, la cámara y el portátil. Desayuno, como y ceno con ella a mi lado. Su azul eléctrico está siempre a la vista, aunque ya parezca más un gris azulado. Si salgo sin ella a hacer algo tengo la sensación de haberla perdido y me da un escalofrío helador que me recorre todo el cuerpo, por eso me hace gracia el sueño de Silvia.
Estamos en Osh al sur de Kirgistán. Osh ha entrado en la prensa internacional recientemente por los problemas étnicos que han surgido este año. Nadie me ha sabido explicar exactamente lo que pasó en los conflictos de junio. ¿Cómo empezó todo?. “Tensiones étnicas”. Pero ¿quien empezó? ¿Por qué esta vez? Un periodista australiano que he conocido ha estado por el país escribiendo un artículo pero tampoco lo tiene muy claro. Ahora parece que todo está más estable, las elecciones han sido pacíficas y no hay más enfrentamientos. Se han ido muchos uzbecos (la minoría aquí) pero sigue habiendo algo de tensión. Eso si, para el turista sigue siendo un lugar increíblemente agradable con gente encantadora.
Alguna imagen desconcertante de las que se ven aquí.
La importancia de Osh en la ruta de la seda era su localización. A Osh llegaban casi todas las caravanas que venían desde Kashgar, China ya que Kashgar-Osh es uno de los mejores pasos montañosos entre China y el oeste. Desde aquí había dos posibilidades: seguir hacia el noroeste hacia Uzbekistán o ir hacia el sur para ir hacia el sur pasando por Tayikistán para luego, también seguir hacia el oeste. Más tarde estas dos rutas podían juntarse en Samarcanda o seguir al oeste mas al sur por Irán.
Queremos ver el mercado. Hace siglos atrajo cientos de caravaneros, ahora es un mercado principalmente local, con productos locales y un numero relativo de turistas. No muchos turistas, no consigo comprar postales para mandar a casa.
Uno de los chicos que trabaa en el albergue ha estado un año en Corea (van muchos a buscar trabajo allí) dice que ahora todo es distinto que los uzbecos solo piensan en matar kirguizos y viceversa. Que pena. En la calle yo veo menos tensión que eso y más normalidad, pero tampoco puedo hablar con mucha gente por la barrera idiomática.
Camino al mercado empezamos a ver edificios quemados, la zona del mercado fue una de las mas afectadas, los comercios uzbekos fueron quemados y sus dueños salieron huyendo. Lo que vemos es una sombra calcinada de lo que el mercado fué. Queda un tercio de la extensión que había antes.
Los uzbecos piden ayuda, las fronteras que dibujó Stalin dividieron el valle de Fergana sin tener en cuenta los grupos étincos. Stalin hacía diferenciaciones de idioma o entre estepa y montaña, pero, igual que en otras repúblicas las fronteras establecidas dan problemas hoy en día.
Estamos con Claudio un chico italiano que hemos conocido en el albergue. Salio de Italia hace unos meses y está intentando batir el record del mundo de viaje en una moto de 49 cc. Aquí tenéis su web si queréis echarle un vistazo.
Nos pasa una Scooter. Le digo a Silvia que no había visto una en semanas o meses, al instante vemos a Claudio, que se había quedado un poco retrasado, corriendo detrás de ella hasta que la para. Decimos; “estos Italianos están locos”. Pero es que necesita un mecánico, su moto se rompió hace dos días llegando a la frontera con China.
Otro recuerdo soviético.
Un avión en un parque.
Esta es la bandera kirguiza. El círculo a lo mejor lo reconocéis (una foto parecida en uno de los posts de Uzbekistán aquí), representa el centro del techo de la yurta. Es un icono su pasado nómada… y su presente seminómada.
Eso mismo pensamos nosotros.
A Silvia se le termina el tiempo, se tiene que volver a Bishkek para volver a España. Por la mañana pronto la acompaño a la estación donde se cogen los taxis compartidos. Uno de los pasajeros nos saluda en inglés, parece majo. Ha estudiado relaciones internacionales y es muy parlanchín. Silvia y yo nos despedimos, veo que la dejo en buenas manos.
Vuelvo al albergue, quiero quedarme un día tranquilo para actualizar un poco el blog y preparar China. No es fácil encontrar tiempo para el blog cuando tengo una visita. Charlo con Claudio que sigue por aquí. Tiene problemas con su moto, a parte de que tenga una avería, tiene un problema logístico. Quería pasar a China con ella pero no pagar los 5.000 euros que le pedían por meter un vehículo extranjero. Ha venido a Osh a ver cómo sigue el viaje, y a arreglar su moto amarilla.
Intentando hacer autostop a China este hombre viene a ayudar. Resulta que es un “protector” inservible, una especie poco abundante pero que también existe. Tardé un rato en darme cuenta que estaba borracho a las nueve de la mañana. Quizá por eso saludaba a todo el mundo con su rango militar y su nombre completa. Me da un poco de vergüenza la situación.
De Osh a Sari Tash viajo por una pequeña parte de la “Pamir Highway” (autopista del Pamir). Esta carretera viene desde Uzbekistán, cruzando todo Tayikistán por donde pasa por un puerto montañoso de 4655 metros de altura, mi recorrido sólo llega a algo más de 3000 metros y el paisaje ya es estremecedor, me imagino cómo tiene que ser la parte de Tayikistán.
Frío.
Combustible natural, excremento de jack seca.
En Sari Tash duermo, en una “posada” sencillita. Mi habitación es un suelo con alfombras y esta estufa que da miedo…
La estufa, una resistencia directamente conectada a la corrientes y enrollado en un trozo de tubo de hormigón. Espero no tocarla.
Como un pan frito que me ha dado la señora, se lo agradezco todo lo que puedo, no me quedaban casi Sums y me ha dejado quedarme a dormir igualmente. Abro una lata de atún que tengo en la mochila hace unas semanas y me sabe riquísima. Me viene a la cabeza el arroz con leche, receta kirguiza, que comí ayer. Mmmm sería un postre perfecto.
El pueblos está muy alto, supongo que estar aquí en invierno es más supervivencia que una vida. Hace un frío terrorífico. Desde aquí el tráfico de camiones se dividen, hacia Tajikistán por carretera de la derecha, y hacia China por la de la izquierda. A parte del sitio donde duermo, hay un hotel un poco más adelante, calles de graba con ovejas, cabras, hielo, dos cafés y la gasolinera. Está anocheciendo, si no me daría un paseo a una loma para ver otro punto de vista de este lugar dramático.
Me doy cuenta de que no me he sorprendido que en la habitación no hubiese cama. En un lado de la habitación había una pila de pseudocolchones, he cogido uno y lo he puesto al lado de la estufa y he puesto un edredón encima. En realidad el sitio es muy acogedor y me ha hecho sentir a gusto en cuanto he entrado. Es ahora cuando me doy cuenta que no tiene cama, bueno, tampoco tiene ducha, y el baño está a 15 metros caminando sobre el hielo. Espero que por la noche no me entren ganas de hacer pipí. A dormir.
Antes de dejar Asia central os tengo que contar un pequeño episodio hitórico para el que no he encontrado momento en ninún post. Durante el siglo XIX Asia central fue el extremos sur del imperio soviético. Más al sur, a no tantos kilómetros, estaba el imperio británico. Ambas súper potencias estaban preocupadas por sus fronteras y por el avance de la frontera contraria. Estas tierras fueron el escenario de una guerra fría que se llamó “The great game” (el gran juego). La historia cuenta intrincadas tramas de espías de incógnito cartografiando montañas y tomando notas sobre lugares estratégicos. Espías disfrazados de peregrinos para pasar desapercibidos, espías que se encontraban con espías y ocultaban su identidad.
Fue una competencia, una lucha de poder, una lucha por el territorio en el que había gran tensión. Ahora lees sobre hombres a caballo que tardaban días en ir de un lugar a otro para saber lo que había, porque eran lugares desconocidos para todo el mundo. Suena naif, “Su misión es ir a Kirguistán, conseguir un caballo y pasarse dos meses por las estepas para que nos cuente que hay. Si le encuentran, negaremos su existencia”. Esta imagen de espía suena lejos de un 007 pero también tenían la mejor tecnología de su tiempo con herramientas de medición miniaturizadas, brújulas y otros utensilios. A ver si WikiLeaks saca algún documento y podemos enterarnos de lo que pasó de verdad.
Mis últimas horas en Kirguistán las paso en un trailer. Estoy contento, el primer camión que pasa me coge. Padre e hijo van hacia la frontera para coger mercancías que vienen desde China. Me ofrecen pipas, se convierten en mi desayuno. Muchos camiones cogen productos en la frontera, incluso Kirgizstán está plagado de productos chinos.
Saco unas fotos, hago un poco de video y disfruto del paisaje. La cordillera es tan bonita como me imaginaba. Me da pena que se me terminen las montañas, mi recorrido China va a ser más plano.
¡ESPERA! China es el último país, que rápido ha pasado todo.
Pese a que aquí termino con las crónicas de Kirguistán, el próximo post no será de China, será de un pequeño video que he estado grabando sobre una de las cosas más sorprendentes de este pequeño país.
Hasta pronto.
Fernando
