09.21
Radicales islamistas y peligrosos terroristas asesinos. Viajamos con nuestros prejuicios. Y el de los Iraníes como “los malos” es uno de ellos. Pero los Iraníes tienen otra fama, la que han tenido durante siglos de ser la gente más hospitalaria sobre la faz de la tierra. Por por su pasado nómada, parte por su pasado mercante, o por haber sido un país cosmopolita antes de que Nueva York existiese. Irán es un país en el que durante generaciones a los extranjeros se les ha recibido como a un tesoro traído por Alá.
Los últimos años, quizá 20 años o incluso menos, 10 años, no han podido hacer que esa tradición arraigada en el alma iraní haya cambiado repentinamente. La política exterior de sus mandatarios no tiene por que coincidir con la psique del pueblo. Espero encontrarme a gente amable, honrada, generosa, y sobre todo, hospitalaria. Quiero hablar con la gente y ver si mi imagen de Irán coincide con la realidad.
Tras cruzar la frontera, sin nada especial que destacar, cojo un taxi hacia Jolfa. Me cuesta 10 dólares, es un poco caro, pero quiero ver unas cosas en el camino así que me merece la pena. La compañía iraní de telefonía me desea “Una estancia memorable”. Estoy en el valle del río Aras y el paisaje me gusta.
Las fotos no le hacen justicia.
El taxista me dice su nombre, suena como “Cerda”, está genial, fácil de recordar, cada poco repito su nombre y me entra la risa. Le gusta el taekwondo y habla inglés perfectamente, tiene un Peugeot parecido al 407 y le ha costado 1000 dólares, yo hubiese deseado que solo hubiese tenido 500, porque me lleva a 140 por las curvas y no estoy muy a gusto. Para completar el mareo Cerda pregunta si quiero música Iraní o europea. Le digo a Cerda que lo que ponga lo que le apetezca. Cerda dice que a él le gusta la europea y tras dar al “play” empieza a sonar una música electrónica ratonera que hubiesen prohibido en la propia ruta del bakalao por machacona.
Paramos en un pueblo con casa de adobe, en el suelo hay restos de cerámicas. Mis oídos y mi estomago descansan.
Por si alguna vez os habíais preguntado cómo fuera de casa sabes dónde está la Meca, aquí tenéis la recuesta.
Me encuentro a tres turcos en el hotel y salimos a cenar juntos. Como es pronto damos un paseo por el pueblecillo. Una ranchera del ejercito se para a nuestro lado, nosotros seguimos con nuestras conversación y nuestras bromas. El copiloto, que es el hombre de más rango se dirige a nosotros, yo no entiendo ni una palabra, pero los turcos se ponen a hablar con él. Parece que quiere ver si somos ilegales, lo cual tiene toda la lógica del mundo, debo ser el único rubio del pueblo, llevo una mochila azul y una cámara colgada del hombro, lo ideal para pasar desapercibido si te has metido ilegalmente en el país.
Nos dice que subamos a la ranchera, Vamos al cuartel. Nos pide los pasaportes que están en el hotel, me doy cuenta inmediatamente que es la primera vez en todo el viaje que dejo el pasaporte en un hotel. Hablan con mis nuevos amigos turcos un buen rato. El chico que conducía la ranchera se parte de la risa cuando su coronel, o lo que sea, no mira. Es consciente de lo absurdo de la situación. El coronel se mete en el cuartel y nosotros esperamos hablando con el resto de guardias, están haciendo la mili aburridos como ostras y charla con extranjeros es lo más divertido que han hecho en semanas.
Un policía fronterizo nos ve tras la puerta del cuartel, para y se va a hablar con el general idiota. Va a por nuestros pasaportes y nos saca de allí, nos pide perdón y nos lleva al restaurante donde queríamos ir. Hemos tardado más de una hora en toda la historia, a mi no me ha producido ningún nerviosismo ya que lo veía tan absolutamente absurdo que sabía que solo era cuestión de tiempo, uno de los turcos dice que lo ha pasado un poco mal, es judío y a Ahmadineyad(os lo creáis o no lo he escrito bien a la primera) no le gustan mucho que digamos.
El kebab de pollo de la cena está rico y mi idea sobre los Iraníes sigue sin cambiar.
Antes de seguir camino vuelvo al valle del río Aras. Paro en el monasterio de San Esteban del siglo X, pasó a ser parte de la UNESCO en 2008 y soy el únco viéndolo. En Irán hay una comunidad cristiana de armenios y en Teherán hay incluso una catedral.
Caravanserai Khajenazar, aquí una vista por fuera con las montañas al lado del río Aras. Miro a ver si veo alguna de las diferentes especies de cabras montesas, pero no veo ninguna en todo el camino. El cañón que hay siguiendo la carretera es mas rojo que el cañón del Colorado.
Por dentro con los diferentes compartimentos que se alquilaban a los viajeros y con los agujeros donde ataban a los caballos o camellos.
Planta con un fruto carnoso que me pareció curiosa.
Cojo un taxi compartido en dirección a Tabriz, como falta un pasajero damos varias vueltas por el centro para ver si se llena y podemos salir. El conductor grita por la ventanilla “Tabriz, Tabriz“. Yo para su asombro le ayudo gritando “Tabriz, Tabriz”. Ninguno de los dostenemos suerte por un rato.
Tabriz me ha producido un rechazo instantáneo, otra vez una ciudad de oriente próximo, ese ruido, ese caos circulatorio que no te deja cruzar las calles, el color monótono de las construcciones, tanta gente… eorgia y Armenia están más organizadas, menos saturadas, más limpias. Necesito adaptarme otra vez a esto, pero poco a poco. No me apetece quedarme, decido ver las dos cosas que quiero ver de la ciudad e irme a algún pueblo a dormir. Dejo mi mochila en la oficina de turismo y salgo hacia la mezquita Kabud. En la calle me paran tres personas distintas para saludarme y darme la bienvenida a su país. Uno me dice que el gobierno no les da libertad, que si en mi país si.
Estoy sorprendido, las chicas llevan pañuelo, todas, ya que es obligatorio por ley, pero lo lleva más atrás de lo normal. Se las ve la mitad del pelo, algunas dejan el flequillo saliendo a los lados e incluso una llevaba el pelo suelto por la espalda que asoma bajo el pañuelo. En Siria o Jordania no se ve esto.
Voy a ver la mezquita Kabud(azul), un terremoto destruyó el trabajo de 25 años que se necesitó para cubrirla de intrincados dibujos en azulejos azules. A la salida un chico joven me saluda. Habla un ingés fantástico, me dice que mañana no tiene nada que hacer y que si quiero quedamos y me enseña la ciudad. Es verano, se aburre y así practica ingles. Lamentablemente mañana ya salgo de viaje a Esfahan y esta vez no puedo cambiar el plan, porque allí he quedado con gente para bajar un río.
Veo el museo Azeri, no tiene mucho pero en el sótano hay unas estatuas de bronce algo modernas que son interesantes, algo tragic as pero bien bonitas..
Me acerco a la panadería , el olor me llega desde hace 100 metros. Intento comprar un pan-bollo de los que hacen aquí y no me dejan. Me lo regalan y encima me dan una bolsa de caramelos. Me pide que le mande la foto, así que en cuanto termine de publicar esto se la mandaré o si no se me olvidará.
El bazar de Tabriz ha pasado a ser parte de la UNESCO este mismo año, así que me doy una vuelta.
Es un bazar bastante antiguo y muy bien conservado. Es la hora de comer y hay muy poca gente.
Voy a Kandovan, un lugar parecido a Capadocia. Para cuando he salido de Tabriz ya estaba acostumbrado a su caos, pero he preferido venir a dormir aquí.
Alguna de las chimeneas aún se usan como casas.
Esta es mi habitación de hoy. Una alfombra y ya. ¡Voy a dormir en una alfombra persa!
Ceno en un restaurante con una familia medio Iraní medio Azerí pero que viven en Tblisi. No me quedó clara la historia. El hombre es Iraní, pero dice que aquí no puede vivir(no le gusta). Hablo con ellos dos horas, la hija mayor habla bien inglés, me dice que no la gusta Irán porque no la gusta ponerse el pañuelo, la madre se resigna, pero tampoco la gusta mucho. Me pregunta miles de cosas y me invitan a cenar.
En Kandovan tienen una forma de vida muy básica.
A la gente parece que no le gusten mucho los turistas aquí, creo que están cansados de gente que viene a hacer fotos. Soy todo lo discreto que puedo y me voy pronto. Cuando ya me estaba marchando este hombre me ofreció ver su casa.
Unas especias.
Burros y chadores que no son negros.
Con esto voy hacia el centro de el país, a Esfahan, ciudad que promete ser la más bonita de Irán. La luz del atardecer colorea el campo, yo me preparo para dormir. Ha sido un día largo.
Hasta pronto.
Fernando
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fascinante, los iranies siempre tuvieron una gran cultura, a diferencia de sus vecinos.