Cuando el despertador suena alas 5.30 de la mañana dan ganas de dejar el viaje para el día pero la pereza no puede existir en un viaje, lo mejor es no pensar, levantarte y prepararte para salir.

Tras el trayecto de dos horas de autobús llegue al ferry. Un ferry que no era para turistas, si no para la gente de la zona. Todo el mundo parecía querer salir y entrar al mismo tiempo mientras la lluvia, que no había parado en toda la mañana, les mojaba. Salté al ferry y con el ajetreo de esquivar sacos, bolsas y niños mientras buscaba mi ventanilla con vistas no pregunté por séptima vez a que hora era el ferry de vuelta.

Cuando pagué al hombre que dirigía el cotarro es cuando me informó de que yo dormía en Fireza, lo dio por supuesto como cuando se dicen los resultados de la tabla de multiplicar. Pregunté se confirmó. No hay ferry de vuelta.

Tenía dinero para comer y dormir con lo que tampoco me importó mucho eso de quedarme, lo único es que no tenía ni idea de cómo sería Fireza,  mi futuro próximo era incierto.

El jefe me invitó a subir a la parte de arriba del barco donde le daba órdenes al capitán y charlaba con sus amigos mientras se ponían hasta arriba de salchichas crudas y Jonnie Walker, me ofrecieron de las dos cosas, por no rechazar su hospitalidad tomé un poco de Jonnie Walker directamente de la botella, pero a las 10 de la mañana a mi el whisky no me entra muy bien. En Albania la gente bebe raki como licor local, lo del Wisky es algo bastante extraordinario, aquí estaban los pudientes del pueblo. Dos mujeres charlaban en una esquina sin parar, los albaneses son muy habladores.

No sé cuanta gente me cogió el papo para saludarme en el trayecto, yo intentaba sonreír mientras mi mejilla era zarandeada con cariño.

En los 66 kilómetros el barco hacía varias paradas, algunas en sitios desde los que no se veía ninguna casa, solo algún hombre con un burro esperando a que el barco llegase con su familia o con sus sacos de comida.

Cuando dejó de llover me di un paseo por el pueblo. Un hombre desde un bar me llamó para invitarme a té y raki con sus amigos, no hablaban inglés ni italiano, ni yo albanés, pero nos estuvimos comunicando con palabras mezcladas y a veces inventadas. No me querían dejar ir, hablamos de nuestros trabajos, del raki, de Albania, de España… de muchas cosas. El más hablador de todos (en la fotos su amigo), era musulmán, los otros para hacer una gracia sencilla decía “Bin Laden” y él me decía que no, que en Albania los musulmanes no son así. Creo que también me presentaron al alcalde.

El colegio del valle, de lo poco bueno del legado de Enver Hoxam. Consiguió alfabetizar al 98% de la población.

“Hello, how are you?” Los niños se lo pasan genial preguntando en inglés.

Hace unos días que no veo extranjeros, en Fireza soy el único extranjero.

Al día siguiente en el puerto esperando al ferry se me acercó un hombre que resultó ser el dueño del puerto, hablaba inglés perfectamente y estuvimos charlando hasta que el ferry salió 30 minutos tarde.

A la vuelta directamente subí a la sala VIP con el capitán y sus amigos, ahí estaba el resto de Jonnie Walker, quedaba muy poco, me ofrecieron otra vez, pero si a las 10 de la mañana no me entraba, a las 7 aún menos, ni habiendo estado de juerga toda la noche me apetecería.

Avandonando la garganta.

Hoy no lueve casi.

Ensegui se acercan a saludart a charlar contigo si puede.

El ferry atracó y cogí el autobús de vuelta. Llegué a Shkodra con la sensación de haber estado mucho más lejos que lo que el mapa decía y con ganas de más, así que me fui a Theth, el valle más inaccesible de Albania. El video está a medio montar, creo que lo tendré para mañana.

Hasta pronto

Fernando